jueves, 11 de marzo de 2010

Voy a colgar una historia que escribí hace mucho tiempo. A mis alumnos/as les gusta. Espero que al menos sirva para entretener un poco. Iré colgándolo por capítulos. Como originariamente lo escribí en euskera, cuando recupere los archivos, también lo pondré.



LA CASA MISTERIOSA

Carlos era un chaval de doce años que vivía en un pueblo de pescadores donde quitando las cosas normales que les ocurren a todos los pescadores, en este pueblo nunca ocurría nada. Era un pueblo de lo más tranquilo, donde las casas parecían suspendidas en la montaña como si estas buscasen colonizar y siempre para arriba esa pequeña ladera que abrigaba el puerto. Si mirabas desde la mar, parecía que todas las casas abrían sus ojos como queriendo darte la bienvenida.
Carlos bajaba muy pocas veces al puerto, pues cada vez que lo hacía le tocaba trabajar en el barco que tenía su padre y nuestro amigo, no quería ser pescador.
Sus sueños le llevaban muy lejos de allí, soñaba con grandes aventuras, encontrar un tesoro y ser un personaje importante, todo en este orden. Cualquier cosa antes que pescador.
Un día, persiguiendo a su perro se metió en lo más profundo de la maleza, atravesó un muro prácticamente derruido por el choque de un camión que recientemente había tomado la curva más rápido de lo normal, y luchando contra zarzas y ortigas llegó a un pequeño claro entre enormes árboles. Allí se encontró con algo insospechado para él; una enorme casa, cuya existencia desconocía. Hasta ahora no se podía acceder a la casa, porque los muros que rodeaban la mansión eran muy altos y por otro lado, Carlos no era un chaval al que le encantase saltar muros.
La casa era bastante antigua, las viejas paredes estaban cubiertas de una tupida hiedra, o cual contribuía en gran manera a darle un aspecto fantasmagórico, se vislumbraban tres o cuatro ventanas, prácticamente cubiertas por la hiedra. Al frente tenía unas escaleras que daban como a dos aguas, de piedra que en otro tiempo se adivinaban muy elegantes, pero hoy en día, sucias y medio rotas como toda la casa.
Después de la primera sorpresa, Carlos sonrió abiertamente pues al no saber lo que había dentro, era un lugar a investigar, por tanto una aventura, o al menos algo que se salía de la rutina diaria.
Se acercó con mucho cuidado y acercó su cara a una de las ventanas, o al hueco que quedaba entre la vegetación, para ver lo que había en el interior. Lo que se veía por los sucios cristales de esa ventana era muy poco, una habitación en la que se veía una desvencijada silla, un armario y no mucho más. La desilusión se reflejó en la cara del muchacho pues no se esperaba nada parecido, pero a pesar de todo volvió a sonreír pues esta casa ofrecía muchas posibilidades.
Que la casa estaba abandonada estaba claro y que llevaba así mucho tiempo también. Decidió que otro día volvería con más tiempo.
¡Menudo descubrimiento! Podría jugar a piratas, bueno a fantasmas tampoco sería mala cosa y además que importaba, cualquier cosa estaría bien. Nada más llegar a casa, preguntó por los dueños de la casa, su madre estaba en la cocina, preparando la cena y …

__ Ama, ¿De quién es la casa que se encuentra en lo alto de la ladera? Está totalmente tapada por la maleza.
Su madre al principio no entendió la pregunta, pues ya ni se acordaba de esa casa.
__ ¡Ah! Ya ni me acordaba de ella hace tanto tiempo que está vacía, que no me extraña que esté comida por la maleza. Cuando yo era pequeña, si que vivían allí, pero desde que desapareció la pequeña no se ha vuelto a ver a nadie. Decían que la señora de la casa había muerto de tristeza, pero eso es algo que se comentó pero no lo sé a ciencia cierta.
__ ¿Cómo que desapareció una chica? ¿Qué chica?
__ Tenía unos cuatro años, era una niña rubia, con el pelo bastante largo y siempre le acompañaba una criada. Un día que la chica se volvió a casa por algo que se le había olvidado, desapareció y desde aquel día no se le volvió a ver.
__ ¿Qué crees que pasó? ¿Crees que la secuestraron?
__ Eso se comentó, pero desde luego nada se aclaró.
__ Y ¿Qué dijo la policía?
__ Ni idea, la verdad es que yo era muy joven y si quieres que te diga la verdad, me olvidé del caso__ su madre mientras se secaba las manos se sentó y continuó __ Ahora que lo dices, la verdad es que todo fue muy raro porque se habló durante bastante tiempo del tema y luego se apagó, como si hubiesen arrojado un balde de agua fría.
__ Pero ahora ¿De quién es la casa?
__ No lo sé, pero me imagina que seguirá siendo de la familia Sandoval. ¿Por qué lo preguntas?
__ Por nada, por nada. Simple curiosidad. Carlos se levantó de la silla para no tener que responder a su madre, pues sabía que si su madre se enteraba de sus intenciones, no le permitiría ni acercarse a la casa.

Aprovechando que estaban de vacaciones y no había que ir a la escuela, Carlos se levantó temprano con la intención de husmear en la casa. Su madre le miraba sorprendida, pues siempre era el último en levantarse de la cama.
__ ¿A dónde vas tan temprano?
__ Ayer pensé que podría ir al río para ver si pesco algo.
Le colocó la correa al perro y para que su madre no pudiera sospechar, se dirigió hacia el río. Fuera del alcance de la vista de su casa, se salió del camino y se dirigió directamente a la casa abandonada. Carlos que era un chico muy precavido, había escondido una linterna, para poder ver lo que había en el interior de la casa. Cuando llegó delante de la casa, estaba un poco asustado ¡Era tan grande esta casa!
Primeramente, inspeccionó todas las ventanas de la parte baja, quería ver si había alguna abierta, pero la suerte no le acompañó. ¡Por fin! No todo iba a ser malo, a una de las ventanas le faltaba uno de los cristales. ¡Estaba salvado! Metió su mano por el hueco, levantó el pestillo y haciendo un poco de fuerza consiguió abrirla.
¡Bueno, objetivo cumplido! Lo siguiente era entrar en la casa. Antes de subirse a la ventana, miró a derecha e izquierda por si hubiere alguien mirando, pero ¿Quién va a mirar a esa casa y además a esas horas? Cuando se cercioró de que estaba solo, rápidamente pasó al interior y miró en derredor, pero allí no había nada.
Poco a poco se acercó a la puerta de la habitación y la abrió con mucho cuidado. Miró al pasillo que se encontraba a su izquierda, pero no se veía gran cosa. Sacó su linterna y enfocó hacia el fondo del pasillo, tanto a derecha como a izquierda del pasillo, sólo se veían puertas, todas cerradas.
Se acercó a otra de las puertas y la abrió con mucho cuidado, como si tuviera miedo de despertar a alguien. ¡Qué desilusión! Allí tampoco había nada.
De pronto, el ruidito que salía de otra de las habitaciones hizo que se paralizara en el sitio, casi no se atrevía ni a respirar. ¡Estaba perdido! Había alguien en la casa, tenía que salir de allí. Cuando movió su pié para marcharse, crujió la madera y el ruido cesó de inmediato. No necesitó más para echar a correr, iba muerto de miedo.
Cuando estaba a punto de pasar la pierna por el alfeizar, oyó un maullido.
__ ¡Ah claro, era un gato! __ comenzó a reír, con una risa como cuando uno está nervioso o se da cuenta que ha hecho el tonto. Según estaba sentado en la ventana, pensó que eran suficientes aventuras para ese día y que sería mejor dejarlo para otro momento. Por ahora lo mejor sería ir a pescar tal como se lo había dicho a su madre.
En el río, empezó a pensar en la historia que su madre le había contado y se prometió a si mismo, revisar todo el edificio. Volvería a la casa ¡Seguro que tenía un sótano! Y ya se sabe en los sótanos... Bueno en las películas siempre hay un sótano y allí es donde se guardan los cadáveres.
Comenzó a hacer mentalmente una lista de lo que iba a necesitar al día siguiente: linterna, navaja, bocadillo... De pronto se dio cuenta que alguien estaba detrás de él y se volteó más rápido que una cascabel. Era su gran amigo Luis.
__ ¡Menudo susto que me has dado!
__ ¿Se puede saber dónde estabas? Ni se sabe la de veces que te he llamado.
__ ¿De verdad? Pues la verdad es que no te he oído. Estaba pensando en lo que iba a hacer mañana o… si tu me acompañas esta tarde.
__ ¿Acompañarte? ¿A dónde?
__ A un caserón que he encontrado.
__ ¿Un caserón? ¿Dónde?
__ Pues ni te lo imaginas, cerca del cementerio, donde se encuentra aquella pared tan alta y toda llena de árboles y zarzas.
__ No sabía que hubiera allí una casa, pero además ¿para que quieres ir allí?
__ Quiero inspeccionar. ¡Es tan misteriosa la casa! ¿No te parece misterioso que no sepamos que estuviera allí?
__ Pues la verdad es que no, pero si vas a entrar en la casa, yo voy contigo.
Por la tarde, los dos amigos se dirigieron a la casa y entraron por el mismo sitio por el que había entrado por la mañana. Carlos estaba más tranquilo, estaba con Luis y ya se sabe la compañía infunde valor. Revisaron algunas habitaciones, pero no encontraron casi nada, no sé si porque se lo llevaron los dueños o porque hubieran entrado los ladrones.
Donde encontraron mayor cantidad de cosas fue en la cocina, era muy grande, los armarios también eran muy grandes y en uno de ellos se veían pucheros, platos, un par de sartenes y algunas otras cosas que ellos no sabían para que servían. Lo que encontraron en esta habitación no les pareció nada interesante y los dejaron tal cual, sin siquiera haberlos tocado.
Como había comenzado a anochecer y no querían que la noche les encontrase en aquel lugar, la inspección del piso de arriba lo dejaron para otro día.
__ Vaya sitio aquí no hay nada __ dijo Luis.
__ Mañana subieron al piso de arriba, veremos si encontramos algo.
__ Oye, pero si nos encuentran dentro ¿No nos dirán algo?
__ No te preocupes, estoy seguro que por aquí no se acerca nadie.
__ Mira aquí hay unas escaleras que se dirigen a un sótano.
Se acercaron pero no se atrevieron a bajar y lo dejaron para otro día.
__ Estoy seguro que da al sótano, Si encontramos tantas cosas como en casa de mi abuela, eso puede ser una mina.
__ Bueno, eso ya lo veremos. Ahora ¿Por qué no vamos a jugar al futbol? Hoy te voy a ganar por goleada.
__ Ni lo sueñes
Con esta acalorada conversación salieron de la casa con la intención de volver otro día.

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