lunes, 19 de abril de 2010

La casa misteriosa

Ahí va otro capítulo de este cuentito.

DE NUEVO EN LA CASA

Después de habérselo contado al padre de Luis, los cuatro se dirigieron a la casa. A los padres se les hacía muy raro entrar de esa manera en la casa, ellos no estaban acostumbrados a entrar en las casas utilizando la ventana; a pesar de que siendo jóvenes los dos fueron muy traviesos y sus “batallitas” eran muy sonadas, de adultos, eran unas personas de bien y entrar por una ventana les parecía como si entrasen a robar y la verdad, no les hacía ninguna gracia. A pesar de todo, siguieron a los chavales para ver lo que había allí dentro. Eran sus hijos y no les iban a dejar en la estacada. Cuando entraron en la cueva y vieron el montante de cajas, se dieron cuenta que el contrabando era mayor de lo que pensaban. Por otro lado también se dieron cuenta que esas cajas llevaban mucho tiempo en la cueva, y eso era algo que no entendían. ¿Para qué robar si luego no le sacas beneficio?
__ ¿Sabes que esta cueva como bodega no tendría precio? __ dijo el padre de Luis
__ Está claro que esto lleva mucho tiempo aquí dentro, ¿Por qué…?__ Dijo el padre de Carlos mientras cogía una de las botellas.
__ ¿Sabes que este whisky no está nada mal? No me importaría tener algunas botellas. Una copita de vez en cuando no viene nada mal.
__ Si claro, pero tendremos que informar. Digo yo.
__ Si tienes razón y que las autoridades se encarguen de este asunto.
__ Los responsables de esto creo que serán los de Marina, ¿No crees?
__ Les avisamos y que ellos se encarguen de repartirse el trabajo. Y … hablando de repartirse… teniendo en cuenta que van a llevarse todas estas cajas, ¿Por qué no nos llevamos algunas botellas? Entre tantas, ni se va a notar.
__ No sé. Algo así, no sé si podemos…
__ Poder, poder… no sé pero no creo que nadie se sienta perjudicado, además ¿no lo han encontrado nuestros chicos? Pues será como una pequeña recompensa.
__ Hombre! visto de esa forma…
__ Bueno nos llevamos esa caja y no hay más que hablar. Luego nos lo repartiremos como buenos amigos.
Entre los dos hombres cargaron con la caja ¡Dios cómo pesaba! Cuando llegaron bajo la trampilla, se dieron cuenta que no había forma humana de hacer pasar la caja.
__ Si cada uno de nosotros subimos dos botellas, en varios viajes ya tenemos vacía esta caja.
Dicho y hecho, cada uno cogió dos botellas y a pesar de lo difícil que era subir por aquella escalera, de una forma u otra lo consiguieron. Llevaban hechos varios viajes y…
__ No creo que nos queden muchos más viajes. Estoy agotado __ dijo el padre de Carlos.
__ A lo sumo otro viaje, luego llevo la caja a su sitio y aquí paz y allí gloria.
__ Cuando la vean vacía, se darán cuenta del robo
__ Bueno y si lo dejamos en una esquina como si fuera de otra remesa, quizá no se den cuenta.
__ Muy buena idea.
Volvieron a bajar con la intención de subir las que faltaban, pero al coger las últimas botellas, los cuatro quedaron paralizados al ver lo que había en el fondo de la caja. Lo que encontraron era algo más que un simple contrabando, eran armas, pistolas más concretamente.
__ ¡Santo Dios! ¡Por eso pesaban tanto!
__ No nos podemos llevar esas botellas__ dijo el padre de Carlos.
__ ¿Por qué? __ dijo Luis
__ Porque esto no es un simple contrabando, esto es algo muy serio y desde luego no quiero verme mezclado en este asunto.
__ Si, las volvemos abajar y las dejamos en el mismo sitio, va a ser lo mejor.
__ Que las autoridades se encarguen del caso. No quiero saber nada. Esta gente suele ser muy peligrosa.
__ ¿Quién estará detrás de todo esto?
__ Cualquiera sabe, pero esta casa está cerrada desde hace un montón de años, lo menos serán 25 años, si no son más.
__ Desde que desapareció la niña ¿No?
__ Si desde que desapareció la niña de Sandoval.
__ ¿Dónde estarán? Por aquí no han vuelto a aparecer.
__ Alguien dijo que habían ido a Madrid, pero cualquiera sabe.
Mientras hablaban de la historia de Sandoval se alejaron de la casa. Antes de separarse para ir cada uno a su casa, pensaron que al día siguiente irían a la Comandancia de Marina y que luego ya sería su problema.
Al día siguiente, tal como lo habían planeado, los padres se dirigieron a la Comandancia, allí, después de hacerles esperar un buen rato, les hicieron pasar.
__ ¿Vosotros sois los que habéis encontrado el contrabando?__ les preguntó el policía que se encontraba a cargo del caso.
__ Si, hemos sido nosotros.
__ Y ¿se puede saber que hacíais dentro de la casa?__ acercando su cara a la cara del padre de Luis.
El padre de Luis se quedó mirando fijamente al policía. Este no parecía demasiado listo. Estaba con un cigarrillo colgando de la comisura de los labios y a medida que iba acercando su cara, como el humo del cigarrillo le molestaba, tenía que cerrar uno de sus ojos, como si estuviese guiñándole el ojo. Su indumentaria era parecida a la de los demás, ni más vieja ni más nueva; quizá algo más arrugada. No sé por que pero, ver su cara tan cerca infundía cierto miedo.
__ Bueno a decir verdad han sido nuestros hijos__ aclaró el padre de Luis. Contó que los chavales entraron a jugar y se encontraron con el pastel.
__ ¿Cómo es posible? ¿Vuestros hijos entran normalmente en casas ajenas?
__ No, eso no, pero como vieron que estaba abandonada y … ya se sabe cosas de chavales.
__ Yo no sé nada de asuntos de chavales__ le respondió totalmente enfadado. Pero vamos a dejar ese tema de lado y me vais a contar lo que habéis encontrado
__ En una cueva que da a la mar, hay muchas cajas de madera llenas de botellas de whisky, por lo menos eso es lo que pensamos al principio, pero luego descubrimos que debajo de las botellas estaban ocultas muchas armas.
__ Si las armas estaban tapadas con botellas, ¿Cómo encontrasteis las armas? Mas bien creo que los de vuestra misma cuadrilla han intentado engañaros y en venganza habéis decidido acusarles
El padre de Carlos que hasta ese instante no había abierto la boca, se levantó de un salto y:
__ Pero, pero ¿Qué está diciendo? No hemos venido hasta aquí para que se nos insulte.
__ Yo entérate bien, diré lo que se me pone en la punta de la nariz. Tu, ver, oír y responder ¿Está claro? Y no me hagas hablar más de la cuenta. Soltó las palabras como si fueran dardos envenenados, lo cual hizo que los dos hombres se volvieran a sentar en completo silencio.
__ Nosotros no sabemos nada, ni del whisky ni de las armas.
__ Todavía no he oído como encontrasteis las armas.
Después de mirarse entre ellos, no se atrevían a hablar, pero nada más ver la cara del policía, el padre de Luis empezó a hablar.
__ De acuerdo, cuando creíamos que sólo había whisky, quisimos llevar una caja para nuestro consumo. ¡Es un buen whisky! Pero cuando sacamos la última fila de botellas, vimos las armas y nos asustamos tanto que devolvimos todas las botellas y volvimos a dejar la caja donde la habíamos cogido.
El policía después de mirar a los dos hombres les dijo:
__ De momento vamos a dejarlo así, pero si os pillo en un renuncio, os juro que no vais a volver a ver el sol en vuestra asquerosa vida. Ahora decirme donde se encuentra la cueva y mucho cuidado con los engaños.
__ Pero que dice de engaños y no engaños, ¿no hemos venido por nuestra propia voluntad o qué? Venir voluntariamente y encima llamarnos delincuentes. Luego dirán que la gente no colabora con la policía ¡Joder!
Carlos y Luis estaban en la calle, esperando a que salieran sus padres. Cuando la policía los vio, les llevó con ellos. Todos entraron en los coches policiales y salieron pitando. ¡Menudo escándalo de sirenas!
__ No sé a que viene tanta velocidad después de estar allí tanto tiempo, no van a desaparecer de un día par otro ¡Digo yo! __ dijo Carlos.
__ Estoy de acuerdo, tampoco creo que la casa vaya a cambiar de sitio.
__ ¡A callar! Los de atrás como abráis la boca os empapelo. ¿Lo habéis oído?
¡Como para no oír! No entendían a qué venía tanto enfado, pero por si acaso decidieron callarse, no vaya a ser que se enfadase más y cumpliera sus amenazas. En este punto estaban los cuatro más que arrepentidos de haber acudido a la policía, si lo hubiesen olvidado, no estarían ahora en esta situación. Llegaron a la casa y dejando los coches junto al muro, accedieron a la casa por el mismo agujero por el solían entrar los muchachos.

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